Sin Vuelta Atras

 SIN VUELTA ATRAS

Vamos al segundo punto del mensaje. Sin vuelta atrás. Dígale al que está al lado, sin retorno. Cuando William Burten tenía 25 años, había acabado sus estudios universitarios y cuando William Burten salió para la China para cumplir su llamado, él escribió la segunda frase en su Biblia, después de haber escrito sin reservas, él escribió sin retorno, Sin vuelta atrás.

Cuando usted va a Lucas 9:57-62 hay un encuentro de tres jóvenes con el Señor. Lucas 9:57-62 dice:

“Yendo ellos, uno le dijo en el camino, Señor, te seguiré a donde quiera que vayas, y él les dijo, las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos, nidos, más el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo a otros, sígueme. Él le dijo, Señor, déjame que primero vaya entierre a mi padre. Jesús le dijo, deja que los muertos entierren a sus muertes, y tu ve y anuncia el Reino de Dios. Entonces también dijo otro, te seguiré, Señor pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.”

Allí hay tres jóvenes que tenían su corazón en lo material, en la familia, en los amigos y en el versículo 62 el Señor dice: “… Jesús les dijo, ninguno que poniendo su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.”

Jesús está diciendo aquí “ninguno que ponga su mano en el arado y mire hacia atrás es digno del Reino de Dios”. 

William Burden, (Bio.: William fue un millonario desde el día que nació. Después de graduarse del colegio, sus padres le regalaron un viaje alrededor del mundo el cual lo transformó, ya que se dio cuenta de la gran necesidad que había en el mundo, y, a raíz de esto, nace en él un profundo deseo de servir a Dios como misionero. A su regreso, William comparte con sus amigos su inquietud, por lo que algunos de ellos se mofaron de él diciéndole que si lo hacía, tiraría su vida a la basura. Los estudiantes de Yale decían que Borden estaba a un nivel espiritual por encima del resto. William se enfrentó con cosas en la universidad que lo decepcionaron, así que decidió hacer algo al respecto. Él y un amigo, comenzaron a tener un tiempo de oración y lectura bíblica antes del desayuno, y como resultado de esto, al final de su primer año, 150 estudiantes ya se estaban integrando  a estas reuniones con él y su amigo; para que finalmente en el último año de su carrera, 1,300 estudiantes estuvieran siendo parte de esas mañanas de estudio bíblico y oración. William Borden sabía que la voluntad de Dios era que fuera a predicar el evangelio a los musulmanes en China, y esa era su meta. Él inspiró a muchos de sus compañeros a que fuesen misioneros. Después de graduarse de la Universidad de Yale, William rechazó muchas ofertas de trabajo que le iban a dar grandes sumas de dinero y en su Biblia escribió: “no hay vuelta atrás”

Cuando William Burden salió para cumplir su llamado a misiones, él dijo, “no hay vuelta atrás”. Una vez que pongo mi mano en el arado para servir y seguir al Señor, no puedo volver atrás. 

Y este es el problema de muchos. Que un día dicen Si y otro día dicen No. Ese es el problema de muchos que hoy son entre comillas cristianos radicales y luego les vemos retroceder.

La vida cristiana es una caminar hacia delante, nunca hacia atrás. La vida cristiana es caminar en pos de una meta que está delante de nosotros, que se llama el blanco. El Apóstol Pablo dijo en Filipenses 3:13, dice “yo no he alcanzado lo perfecto, yo no soy perfecto, pero una cosa hago, olvidando lo que queda atrás, olvidando la religiosidad, olvidando el fariseísmo, olvidando los honores, olvidando las glorias pasadas, yo me siento hacia adelante, hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

La vida cristiana es una marcha hacia adelante nunca hacia atrás, porque cuando tu miras hacia atrás no puedes alcanzar lo que está adelante. El pueblo de Israel en el desierto, cada vez que salieron ellos, cada vez que avanzaba y venía una prueba y venía una lucha. Se les terminaba el alimento y comenzaban a mirar a Egipto. Y miraron el alimento de Egipto, y miraron lo que comían en Egipto. Les faltó agua y miraban a Egipto. Ojalá muriéramos dijeron. Esa generación nunca alcanzó la promesa. Los que miran hacia atrás nunca alcanzan lo prometido. Esa generación nunca alcanzó la tierra prometida porque su caminar fue hacia atrás, nunca hacia adelante. Solamente Josué y Caleb fueron los de esa generación que alcanzaron la bendición de Dios y la promesa. Josué y Caleb que afectaron la siguiente generación, que impactaron la siguiente generación, 

Yo creo que cada vez que moría alguien en el desierto y venían y le decían a Josué, murió la familia tal, Josué decía, ¡alabado sea Dios!

¿Sabes por qué yo creo que decía ¡alabado sea Dios! Porque era necesario que quedaran enterrados en el desierto, sus propias palabras los había enterrado en el desierto. Yo creo que el recordaba lo que Dios había dicho y decía; “Ya quedan menos, ya vamos a alcanzar la tierra, ya vamos a llegar a la tierra”. Porque Josué y Caleb caminaban hacia adelante.

Pablo caminó hacia delante. Usted y yo tenemos que mirar hacia delante. No importa que vengan las pruebas, no importa que vengan las luchas, no importa que vengan las tentaciones, si su vida está fundamentada en la roca inconmovible de Cristo, los vientos y las tempestades más duras, no le podrán derribar, usted seguirá mirando hacia delante. Se moverán, se le caerán algunas hojas, se le quebrarán algunas ramas, pero su meta está hacia delante. Sin retorno. La vida cristiana es sin retorno.

Cuando usted va a Génesis 19:17, en la destrucción de Sodoma y Gomorra, los ángeles advirtieron muy bien a Lot y a su familia lo que ellos tenían que hacer si querían ser salvos de la destrucción. Y en el versículo 17 las recomendaciones de los ángeles fueron, 17 Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.. Pero cuando tu vas al versículo 26 del mismo Capítulo dice, “....entonces la mujer de Lot miró atrás a espaldas de él y se volvió estatua de sal”.

Ella miró atrás y perdió su vida. Una vez que miramos atrás quedaremos convertidos en estatuas de sal, se pierde el propósito no alcanzamos las promesas. Es sin reservas pero también “no hay vuelta atrás”.

Como me gusta la vista de Eliseo. Cuando recibió el llamado “...Y se volvió y tomó un par de bueyes, los mató y con el arado de los bueyes, coció la carne y le dio al pueblo para que comiese. Después se levantó y fue tras de Elías y le servía”.

Sin retorno. El no solo se despidió de sus padres, él tomó lo que era su trabajo, sus bueyes. Lo que él hizo fue un acto profético. El cogió los bueyes y los mató. El tomó las yuntas, él tomó sus herramientas de trabajo, las partió y con eso asó los bueyes y se los dio a sus empleados. Estaba diciendo, nada me puede hacer volver. Nada, ni lo material ni lo familiar, una vez que yo estoy caminando en pos del llamado de Dios, es sin retorno, es hacia adelante, nada me puede hacer volver. Estoy quemando todo lo que me puede ligar al corazón, todo lo que me puede hacer volver, porque desde este día Elías, yo solamente te voy a servir. Voy a caminar al lado tuyo. Mire, era un hombre rico, pero fue a servir.

Sin retorno. La vida cristiana es sin retorno. Nada nos puede hacer volver, nada. Hoy nosotros vemos gente que empieza con una explosión de gozo la vida cristiana y uno dice, van bien, pero cuando sale el sol, como dice la semilla que cayó entre pedregales, no hay profundidad, y en la primera prueba, pregunta, ¿y por qué, Dios? Y retrocedemos. Pero la vida cristiana es “sin vuelta atrás”.

Número uno, sin reservas. Número dos, sin retorno. Dígale al que está al lado, sin retorno. Y vamos a la tercera frase rápidamente, diga sin nada que lamentar.

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